Por trivial que parezca el acto de encender un interruptor e iluminar una habitación, hemos tenido que recorrer un largo camino para tener fuentes de luz seguras y confiables. Se estima que las primeras lámparas se inventaron hace 70.000 años y consistían en piedras ahuecadas o conchas rellenas de un material absorbente empapado de grasa animal que podía encenderse. Los egipcios, en cambio, utilizaban vasijas de cerámica decoradas llenas de aceite, que proporcionaban una llama constante. Las velas se popularizaron durante la Edad Media, hechas de sebo (grasa animal) o cera de abejas, y podían quemarse en candelabros simples. Fue a fines del siglo XIX cuando Thomas Edison y su equipo inventaron una bombilla incandescente que podía fabricarse en masa y era económicamente viable, y pronto se convirtió en la forma dominante de iluminación durante gran parte del siglo XX. Aunque fue un invento revolucionario en su momento, ahora somos conscientes de que estas bombillas no son muy eficientes y finalmente fueron reemplazadas por ampolletas fluorescentes y, más recientemente, LED. Pero si ya hemos avanzado tanto en tan poco tiempo, ¿qué podemos esperar del futuro de la iluminación, y más concretamente, cómo estarán iluminados nuestros interiores en unos años o décadas?
Aunque la tecnología de iluminación ya ha evolucionado significativamente, todavía hay espacio para futuros avances. Por ejemplo, tal vez una tecnología que ya está en uso generalizado podría modernizarse para volverse aún más eficiente: el diodo emisor de luz (LED), un dispositivo semiconductor que emite luz cuando pasa una corriente eléctrica a través de él. Una de las principales razones por las que los LED son tan eficientes es que la mayor parte de su energía se usa para crear solo luz, en lugar de crear luz y calor, como ocurre con las bombillas incandescentes. En el futuro, se espera que la industria desarrolle LED aún más eficientes, duraderos y versátiles que se puedan personalizar para cumplir con los requisitos funcionales y de diseño específicos.
Pero ya existen otras tecnologías que pueden volverse viables en las próximas décadas. La tecnología OLED (diodo orgánico emisor de luz), utilizada en algunos modelos de TV, utiliza materiales orgánicos para crear luz, emitiendo luz desde una película delgada y flexible en lugar de una bombilla o un tubo, lo que permite una mayor flexibilidad de diseño y eficiencia energética. Otro desarrollo prometedor son los puntos cuánticos (QD), que utilizan nanocristales para producir luz en un color específico, lo que permite un mayor control sobre la salida de color de los dispositivos de iluminación. Los investigadores han estado apostando por esta tecnología incluso para su uso en aplicaciones médicas, como agentes de contraste para identificar células cancerosas y mejorar la administración de fármacos dirigidos.
También hay investigaciones que exploran formas de aprovechar la luz que ciertos organismos producen naturalmente, como luciérnagas, bacterias, hongos y criaturas marinas, como parte de sus procesos metabólicos. Aunque esta tecnología aún se encuentra en etapas experimentales, tiene el potencial de revolucionar la forma en que iluminamos nuestros hogares en el futuro, ya que no libera carbono ni calor, por lo que es segura y eficiente en términos de energía.
En la localidad costera francesa de Rambouillet, por ejemplo, se han instalado tubos cilíndricos que emiten un resplandor azul turquesa para iluminar la sala de espera del Centro de Vacunación Covid-19. Básicamente, estos son grandes acuarios llenos de agua salada con nutrientes y la bacteria marina Aliivibrio Fischeri recolectada localmente. La luz se genera a través de procesos bioquímicos internos que son parte del metabolismo normal del cuerpo y casi no requieren energía para funcionar. Para "apagar las luces", simplemente se corta el aire, interrumpiendo el proceso cuando las bacterias cambian a un estado anaeróbico, donde no producen bioluminiscencia. La mezcla está desarrollada por la empresa francesa Glowee, que apuesta por la iluminación biológica como alternativa real a las luces artificiales.
Pero cuando se trata de las diferentes formas de iluminar espacios, hay algunas tendencias que probablemente tomarán fuerza en los próximos años, enfocadas principalmente en la practicidad y la promoción de la salud de los ocupantes de los espacios:
Conexión de dispositivos para aumentar la comodidad y ahorrar energía
Una tendencia emergente es la de la iluminación inteligente, capaz de adaptarse a las necesidades de los usuarios y del entorno. Se refiere a un sistema de iluminación diseñado para ser más conveniente y personalizable que los sistemas de iluminación tradicionales, que funciona conectando dispositivos como ampolletas e interruptores inteligentes con sensores, que se pueden controlar de forma remota a través de un teléfono inteligente o comandos de voz. Sus beneficios abarcan el ahorro de energía, pero también la comodidad y una mayor seguridad en el hogar. Estos sistemas ya se están volviendo más comunes en viviendas y edificios comerciales, y en el futuro podemos esperar ver sistemas de iluminación inteligente aún más avanzados que puedan responder a los factores ambientales, las preferencias del usuario y las entradas de datos para proporcionar condiciones de iluminación óptimas.
Mitigar los daños de una iluminación inadecuada
La iluminación centrada en el ser humano (HCL), por otro lado, es un enfoque del diseño de iluminación que tiene en cuenta el impacto de la luz en la biología y el comportamiento humano. Estos sistemas buscan imitar los ciclos naturales de la luz del día y apoyar el ritmo circadiano del cuerpo a través de cambios en la temperatura e intensidad del color a lo largo del día. Por ejemplo, la iluminación se puede programar para cambiar gradualmente de una luz blanca fría por la mañana –que nos mantiene alerta– a una luz más cálida por la noche –que relaja el cuerpo para una noche de sueño reparador. Según este artículo de Stan Walerczyk, un investigador sobre el tema, la iluminación adecuada tiene un impacto en la mejora de la calidad del sueño, el aumento del estado de alerta y la productividad, y la disminución de los síntomas de los trastornos del estado de ánimo, e incluso puede reducir los costos de salud pública.
Los sistemas HCL suelen utilizar luces LED que pueden cambiar la temperatura y la intensidad del color a lo largo del día para imitar la del sol. Estos sistemas, que se encuentran en algunos entornos hospitalarios y hogares de ancianos, ahora también se han implementado en edificios de oficinas e incluso en escuelas. También se están volviendo cada vez más populares en los hogares inteligentes, donde se pueden controlar a través de una aplicación de teléfono inteligente o un asistente de voz.
Este es el caso del proyecto de LAVA para una oficina en Eindhoven, Países Bajos. La idea era desarrollar una instalación que respondiera a los movimientos y actividades que las personas realizan en el espacio. Utilizando una red de sensores y algoritmos avanzados para detectar la presencia humana y ajustar la iluminación en consecuencia, el sistema se dividió en zonas, cada una de las cuales contiene varios dispositivos, utilizando esta información para determinar el nivel de iluminación y el color más adecuados para cada zona en función de la hora del día, el clima y otros factores ambientales. El sistema utiliza luces LED de bajo consumo, que se pueden controlar a través de una aplicación de teléfono inteligente o un sistema de control central, y además de proporcionar una iluminación adecuada, crea un atractivo estético para el medio ambiente.
Volver a la naturaleza
Otra tendencia emergente es la iluminación biofílica, que busca una conexión con la naturaleza mediante la incorporación de elementos naturales como la luz del sol, la vegetación y el agua en el diseño de iluminación interior. En este caso, las luces atraviesan o se reflejan en una planta o fuente de agua, formando un patrón más orgánico y natural. Algunos ejemplos concretos de iluminación biofílica incluyen la instalación de jardines verticales con luces integradas en oficinas, hoteles y hospitales, o el uso de luminarias que imitan la luz solar natural, con colores e intensidades variables a lo largo del día para simular el ciclo natural de la luz. Estas prácticas de iluminación biofílica ofrecen beneficios para la salud y el bienestar de las personas, y mejoran el diseño y la estética de los espacios interiores, brindando un poco más de contacto con la naturaleza incluso en ciudades densas y caóticas.
En el futuro, por lo tanto, se espera que la iluminación se utilice cada vez más para promover la salud y el bienestar de los ocupantes de los espacios, con una tecnología cada vez más personalizada y adaptable a las necesidades individuales, especialmente si se tiene en cuenta que la humanidad ha pasado períodos prolongados en ambientes iluminados artificialmente. interiores Desde las primitivas lámparas de grasa animal hasta los LED de hoy y las lámparas vivas del mañana, la iluminación está en constante evolución junto con logros tecnológicos cada vez más rápidos.
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